Tengo la noche de testigo
Solitaria, oscura, sombría
De las veces que soñé contigo
Anhelos, suspiros que fluían
Instantes que fugitivos así huían
Esas ganas, locuras cautelosas
Picardías profanas muy femenina
Donde se inventan realidades vanas
Coquetas pinceladas de los amaneceres,
Que mueren en la alborada masculina.
Se oye en la espera del intenso silencio,
Donde casi se toca el cielo con un dedo,
Descienden reflejos en desvelos internos
Oyendo tan cerca la respiración traspirar
En perfume irracional sobre los cuerpos.
La distante agonía de tanto desespero
Ansiedad prolongada de llegar de una vez
Agitada, engulle la piel todo con la nada
Dilatación inquietante q vuelca otra vez
Para tranquilidad del sentido que calla.
Despertar en la monótona mañana,
Cuando se arropa el amor en sabanas,
Esas dos manos sudorosas y cansadas,
En los ojos que en su lujuriosa satisfacción
Abarca en la brisa que invita a apretarlas.
Autor: Rayluz Nena Puma
Venezuela: Edo Anzoategui.
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